Sobre el suplicio de vestir un velo
En una caseta telefónica, una mujer habla con su jefe comunicándole la noticia del fallecimiento de su esposo, cuelga el teléfono, ahora le corresponde el saludo al hombre que esperó su turno. Se seca sus lágrimas, primero con sus dedos y luego con un pañuelo, y con una pronunciada sonrisa, sigue su camino.