Hace diez años murió José Saramago, premio Nobel de Literatura 1988, autor de El evangelio según Jesucristo, Todos los hombres y Ensayo sobre la ceguera, entre otros libros. Sin embargo, su obra está más presente que nunca, en medio de la pandemia causada por el nuevo coronavirus causante de la covid-19.
En Ensayo sobre la ceguera Saramago sumerge al lector en una distopía, donde los seres humanos se enfrentan a una pandemia de “ceguera blanca”, plasmando una sociedad fragmentada que se ha quedado sin valores, desmoronándose a tal punto que cada individuo saca sus más bajos instintos por la supervivencia.
La obra relata la incertidumbre de quienes están en el manicomio, donde se confina a los primeros infectados, así como el miedo que se apodera de los que siguen afuera por el temor a contagiarse y se observa al ventajista que busca sacar provecho del miedo y desesperación del resto.
Las “jerarquías” comienzan a formarse, el egoísmo es su mejor aliado, aliado por el temor, ya que quienes deberían cuidar al pueblo olvidan su tarea principal que es cuidar de su nación, y provocan el desabasto de alimentos y medicinas.
Consideraciones que se mimetizan con la epidemia mundial que hoy día se vive, los sucesos y fallecimientos actuales son alarmantes, el contenido mediático desmedido generan reacciones adversas en la población; a esto hay que sumar la falta de criterio y correcto uso de la información por parte de la ciudadanía, lo que origina un coctel cargado de histeria, miedo y cólera.
Asumir el reto de colocarnos en los zapatos de la esposa del optometrista implica realizar un análisis de la condición humana y sobre la responsabilidad que tiene el ser humano de mantener una visión fresca, objetiva y abierta del mundo a pesar de los retos.
Quién pensaría que 25 años más tarde la historia se vuelve realidad, el mundo entero se ha convertido en la ciudad descrita por Saramago y enfrenta una pandemia donde las constantes luces rojas que percibimos nos ciegan y restan sentido común, ya que el miedo está presente.
Nadie quiere contagiarse ni contagiar a los suyos, pero hay quienes pareciera que esa es su meta: son egoístas e irresponsables al no seguir normas establecidas para cuidar uno del otro o, como diría Saramago, la responsabilidad de tener ojos cuando otros no ven.
Saramago falleció el 18 de junio del 2010, pero ha dejado una obra que sería provechoso leer para atravesar este periodo de crisis, pues incita a la reflexión, nadie quiere ver más allá de lo que ocurre.