Columnas

Donde habite el olvido

Por fortuna olvidamos; el olvido habita por todas partes. La vida es donde habita el olvido, y a veces necesito que recuerden las cosas por mí. Uno de mis mayores temores es olvidar lugares y personas que he querido; aunque sé que, si los olvido, empezaría a perder el ser que soy. Sé, pues, que el destino de todo es el olvido. Por eso escribo, para no olvidar el ser que somos.

Polaridades integradas

A las mujeres se nos pide que nos quedemos quietecitas, que no hagamos ruido, que cerremos las piernas cuando nos sentamos para que no se nos vean los calzones cuando somos niñas y que las cerremos para no embarazarnos cuando somos jóvenes. También se nos pide que no hablemos fuerte, ni mucho, ni muy rápido. Se nos pide que pensemos antes de hablar, que lo que hablemos sea hilado, que tenga sentido, coherencia, que sea lógico, sensato. Algunas se tragan el cuento completo, otras nos lo tragamos un poco y muy pocas no se lo tragan para nada.

Maternidades: ¿arrepentimiento, aceptación o ambivalencia?

Las madres nos cansamos y nos hartamos. Algunas tenemos el lujo o privilegio de descansar de vez en cuando, pero muchas otras no, y tienen que hacer de su vida cuadritos. Mientras un estadio más idóneo no ocurra, sería bueno al menos abrir las mentes y la escucha para permitir a las mujeres hablar de su ambivalencia o de su arrepentimiento sin culpa, sin hacernos sentir seres abominables y raros.

De matices y esperanzas…

Aun cuando el panorama político es tan desolador, me da esperanza cuando volteo a ver los movimientos de jóvenes que reivindican tan abiertamente el cuerpo y el derecho a vivir desde su deseo. Me da esperanza cuando veo psicoterapeutas preocupadas y comprometidas activamente por la justicia social y la lucha contra las múltiples forma de opresión.