El 74 por ciento del personal docente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tienen un salario que no alcanza ni para comer. “Esto no es una metáfora sino una realidad cruda, exacerbada por las difíciles condiciones en las que se ha tratado de sobrevivir a la pandemia”, concluye el Centro de Análisis Multidisciplinario en su investigación sobre .
La mayor parte del personal docente de la UNAM, el 74 por ciento de las 41 mil 542 personas que realizan el trabajo de enseñanza e investigación en la universidad más importante del país, está contratado bajo las categorías de “Profesor ordinario de asignatura” y de “Ayudante de profesor”. Se les contrata por semestre y se les paga por la cantidad de horas frente a grupo, por lo general seis.
De 2001 a 2019, han tenido una “pérdida acumulada del poder adquisitivo del salario de 47.27% para quienes tienen el nombramiento de Profesor Ordinario de Asignatura A y de 46.94% para quienes tienen el nombramiento de Ayudante de profesor B”. “El grueso del personal docente en la UNAM”, anota el estudio, “ya en 2014 habían sufrido en treinta y siete años una reducción tal, que su salario base sólo tenía poco menos de una tercera parte del poder de compra de 1977, dependiendo de la categoría y nivel”.
En 2001, abunda el estudio, “con el salario base hora/semana/mes de un profesor se podían adquirir 7 kilos de bistec de res, mientras que para 2019 ya sólo se pueden comprar 2.5 Kilos”. “Otra forma de entenderlo es que por cada peso que se pagaba en 2001, en 2019 sólo se pagarían 53 centavos equivalentes de 2001”.

El aumento de los precios de la canasta alimenticia recomendable rebasa por mucho los incrementos del salario base de profesoras, profesores y ayudantes.
La situación se agravó con la pandemia, denuncia el estudio, pues hay retraso en los pagos “más de lo normal”, cientos llevan por lo menos laborando medio año sin salario y miles más con salario incompleto. La gran mayoría, sentencia, “aún sin que tuvieran pago atrasado”, tienen “salarios de miseria”. Además, el profesorado ha pagado con su dinero el precio de las clases en línea: capacitación, equipos de cómputo, paquetes de internet que soporten las videoconferencias, acondicionar espacios de su casa. “La realidad es que gran parte de las y los docentes han adquirido deudas para sostener su trabajo”.
Para recuperar el “poder de compra de 2001, se requiere un incremento del 100% al salario base de profesoras y profesores de asignatura y ayudantes de profesor, y si quisiéramos que una jornada laboral que demanda una dedicación exclusiva, esto es, no solamente contando las horas frente a grupo, sino todo el trabajo que conlleva cada curso, alcance para la canasta alimenticia recomendable, entonces se requiere de un incremento de 174%”.
“Aunque se puede argumentar que el personal docente tiene otras prestaciones y no solamente cobra el salario base, es el salario base con el que se cotiza para la jubilación”, atajan los autores. La UNAM, concluye el estudio, “está condenando a profesoras y profesores a una vejez en la pobreza extrema. Esta es la misma razón por la que también ha ocurrido en muchos casos el que los docentes no se puedan jubilar, porque la merma en los ingresos es incosteable”.