Estás.
Cuelgas de un espacio en blanco, frío. Nos miras pasar. Levantas la voz. Nadie escucha. Siguen caminando con la mirada diluida en el piso, con el desprecio en los hombros, en los labios.
Llegaste ahí creyendo...
Sentado
en la esquina del espacio
que se sumerge en las entrañas
subterráneas
de aquel que engulle distancias
tiempo locura
sueños.
Omite
la felicidad
—en plena decadencia—
cuyo fin...
entramos al agua / y somos felices / y la poesía desaparece / ¿para qué tantas palabras? / si el sol es feliz, / si la piedra ríe con nosotros / y supura espasmos de dicha