Ardiente pardo,
vivo,
el llano
se levanta para quedarse
como el absoluto amor
del mismo silencio.
Espero a que éste
se presente
junto a la oscuridad
a la noche.
Su tranquilidad
apacigua el escándalo afuera.
Recupera las voces al interior.
Los fantasmas caminan
para reconocer el fuego.
Sólo tiempo inerte
fulmina las entrañas
de la ciudad vorágine.
Cada milímetro
—espacio que me forma—
atento está
a lo que se puede escapar
en el misterio sin materia.
¡Hay más silencio!
Hay más de lo que puedo descifrar.
Voces,
ahora,
de un pasado en la calma.