Miro la luna y pienso en ti.
Su sola presencia dilata mis temores. Ella tan brillante… de rutilante estampa. Ella tan recurrente, imprescindible.
Ella y tú se parecen: tan necesaria y distante. Ella el gran ojo de la noche.
Tú… energético motor detrás de mis palabras.
Otra luz de luna
Eres sanadora de infinitas refulgencias, cadencias, y risas. Recreas cielos rojos, auroras.
Furores inconclusos salvaguardas. Eres tiempo esquivo.
El otro lado del río.
Tu voz en el umbral de mi llanto. Tus manos: relámpagos en racimo. Húmedos en mi frente tus labios serenan y aquietan fatigas:
son sello sin tacha de tus prodigios. A la vuelta de los días soy otro costal de huesos viejos reciclado: olvidado eco lastimero.