Mary Shelley, nacida en Londres el 30 de agosto de 1797, es una de las escritoras más prestigiosas del siglo XIX. Provenía de una familia notable en la época: su padre, William Godwin, fue un reconocido pensador revolucionario y su madre, Mary Wollstonecraft, una precursora del feminismo moderno; por ello, Shelly no puede considerarse una niña nacida en la miseria económica. Sin embargo, desde niña fue reconocida por tener comportamientos excéntricos, como el aprender a leer dentro de un cementerio.
Dicha joven, quien en aquel entonces todavía llevaba el apellido Wollstonecraft Godwin, conoció al poeta Percy Bhysse Shelley –amigo del ya reconocido escritor Lord Byron– con quien, casi de inmediato, inició un viaje por Europa, en el que fueron acompañados por John William Polidori y el mencionado Byron. Debido a este viaje en el año 1816, la pareja contrajo matrimonio y Mary logró concebir la obra Frankenstein, también llamada El moderno Prometeo. Sin embargo, en esta época también enfrentaron la exclusión social, precarias condiciones económicas y el fallecimiento de sus primeros tres hijos.
Mary y su esposo se trasladaron de Inglaterra a Italia en 1818; fue en ese año cuando Percy Florence –único heredero de la familia– nació. Sin embargo, las condiciones económicas no cambiaban mucho a las vividas en su patria. En este viaje, su esposo Percy Shelley murió en un velero debido a una tormenta en la Toscana en 1822.
En 1823, Shelley vuelve a Londres; ahí se abocó a la educación de su hijo y a publicar las obras de su exmarido. Dicha labor la llevaría a cabo hasta el 1 de febrero de 1851, día en que Mary fallece debido a lo que en su momento se consideró un tumor cerebral
El alcance de Mary Shelley
La obra de Shelley tuvo un alcance impresionante, especialmente sabiendo las circunstancias en las que las mujeres se desenvolvían durante el siglo XIX. Independientemente de su posición social, ella es probablemente la única autora que la tradición anglosajona puso a la par sus coetáneos Bram Stoker, Edgar Allan Poe o Julio Verne.
Se pone énfasis en que difiere de Poe o Verne porque Mary se eleva entre las figuras literarias internacionales casi exclusivamente por su obra magna Frankenstein y ambos, tanto Poe como Verne, fueron exitosos por un conjunto de sus obras.
Los homenajes cinematográficos, televisivos y radiofónicos siguen siendo constantes para Mary Shelley y el Monstruo de Frankenstein, los cuales han sido reversionados y reinterpretados según la producción en turno. Curiosamente el Monstruo de Frankenstein nunca ha tenido un nombre y en los créditos es limitado a conocerse por “El Monstruo”.
En el campo de la ciencia, la aparición de la novela hizo forjar considerables replanteamientos en la tanatología y eugenesia, los que hoy en día siguen siendo debatidos bajo argumentos que la misma Shelley había esgrimido hace más 200 años; por ejemplo la ética, la evolución, la discriminación y la responsabilidad social.
Mary Shelley con su legado literario se convierte no únicamente en una vital escritora, sino en un parteaguas de introspección internacional y atemporal. Y no solamente se consolida ella misma, igualmente puntualiza un arquetipo literario entre el creador y la creación, para finalmente permitirnos cuestionar y conocer, mediante su trabajo, más de nosotras y nosotros mismos.