LiteraturaPoesía

Nombre

No me escuches, no es mi voz,
no conoces ni mi nombre, dejar de lado el olor
de un día de cama; un ruido lejano despierta
el somnoliento deseo que dejaste.
Los dedos largos no recorren el cuerpo que desean
recorren y se rascan las lagañas de un día anterior a verte
cómo no gritar, es el grito, el grito que te grito
te odio, por no saber ni mi nombre.
Arrancarle los ojos como un cuervo en la noche
me recuerda no a Poe, sino el oscuro deseo de desplazarte en el momento que mis dedos largos te atormentan, por no saber ni mi nombre.

Por: Laura Rosas Vargas