16’34’’, Ciudad Monstruo
Me sobran vacíos entre los espacios de mis sombras: los primeros, se llenan con el estridente aullar
Me sobran vacíos entre los espacios de mis sombras: los primeros, se llenan con el estridente aullar
Clamo tu nombre como comprador de chatarra / que recorre calle por calle pidiendo fierro viejo que vendan…
Con la anestesia del día en las espaldas / y la displicencia en la razón contenida / en el vacío camino de la noche / me detengo a observar / otro espacio con sus rostros, antes escondidos…
Y los más viejos de todos / que alguna vez fueron niños / renacen en la garganta / de la loca que ha venido / para cantarles canciones / de sueños que no han vivido…
Y en una capilla / que pintó Rivera, / me juré llorando, / me juré ingeniera
Estás. Cuelgas de un espacio en blanco, frío. Nos miras pasar. Levantas la voz. Nadie escucha. Siguen caminando con
Escucho sorprendido / voces que, del pasado, / toman sentido. / Describen, desde lo intrínseco, momentos detonantes, / catárticos, confusos.
Los fantasmas caminan / para reconocer el fuego. / Sólo tiempo inerte / fulmina las entrañas / de la ciudad vorágine.
Uso la tinta / para reciclar / mis demonios / y sus consecuencias. / Se posan contundentes / en cada verso, / en el andar, / en los sueños…
Sentado en la esquina del espacio que se sumerge en las entrañas subterráneas de aquel que engulle distancias tiempo