Cuando la muerte arrebata la palabra
Melquiades hizo amistad con otro jovencito llamado Lucio Cabañas, que se quisieron como dos hermanitos, desde estudiantes hasta después como maestros. Eran tan unidos que el mismo maestro Lucio llegó a decir que los dos formaban un solo animal político, porque pensaban igual, tenían los mismos sentimientos y las mismas ilusiones: tenían que educar a los pobres para que, organizados, se defendieran de los ricos.
