Mes: abril 2024

Morirse es una lata

Ya bien frío, sin nadie que alegara por mi muerte, dos tipos de uniforme, maleducados, sin presentarse, me hicieron firmar unos papeles. Me alegaron que si no firmaba, así de sencillo, no podían trasladarme hasta la morgue; y que les diera pa’ las cocas, o una chinga. Por eso ya morido, inhábil, todavía fresco, acepté todos sus términos: “tengan sus doscientos, pa’ los chescos”; y les tuve que firmar todas las responsivas, pensando: “ahora sí, mundo, al cabo ahí te quedas”.