Al forjador de ilusiones
Todas estas vivencias sumaron siete años de magia, de ilusión, de transformación. Siete años en los que descubrí que la vida no es cuadrada ni redonda; que hoy puedes ser esto y mañana aquello y, claro, sin dejar de ser tú. Aprendí que la vida puede vivirse con innumerables matices y, gracias al maestro, me permití vivir casi todos: reí, lloré, amé, grité, canté, disfruté, brinqué, enloquecí y, en cada papel, descubrí un poco más de mí. Y me asumí, me acepté, aprendí a vivir conmigo, lo que a veces no resulta del todo tarea fácil.
